Un elefante y una lagartija – promoviendo el cambio sostenido.

Es un hecho, para realizar un cambio sostenido y profundo en una organización o en una persona, saber que el cambio es necesario y contar con distintos pedazos de información y conocimiento que soporten indiscutiblemente la idea del cambio, no es suficiente y necesitamos también sentir por qué es necesario cambiar.

Por eso es que tanto fumador, a pesar de contar con toda la inequívoca información sobre los fatales e irreversibles daños que les provoca (y a quienes les rodean) el cigarro, simplemente no dejan de fumar.

O porque algunas empresas, que incluso cuentan con reportes financieros, estudios y otras evidencias que demuestran la importancia de ajustar sus acciones, continúan avanzando en una dirección que evidentemente les está llevando a un sendero sin salida.

Y es que esto tiene que ver, de acuerdo a diversos estudios psicológicos y de neurociencia, con nuestro cerebro primitivo o reptílico. Es decir, esa parte emocional de nuestro cerebro que está programada, desde hace cientos de miles de años para asegurar la sobrevivencia de la especie y no exactamente para su evolución ni cambio; y que se enfoca en buscar , primero seguridad y después confort al satisfacer nuestras necesidades básicas. Fuera de esto, para nuestro “cerebro de lagartija” como bien lo llama Seth Godin, todo lo demás es una cereza en el pastel o una amenaza.

 

Y el cambio, es decir,  dejar de hacer lo que es cómodo y familiar para nosotros y comenzar a aventurarnos en lo desconocido, es para nuestra mente primitiva, una amenaza, ante la cual nuestro lado emocional del cerebro, mejor representado por los hermanos Heath en su libro “Switch” como un elefante, corre precisamente hacia el lado contrario de a donde queremos ir.

A menos que… (de acuerdo a esta metodología) le hablemos al elefante… 

Dejándole ver como serían las cosas si lleváramos a cabo ese cambio.
Piensen en Howard Behar cuando promovió el cambio de maquinas de expresso manuales de doble grupo, a las máquinas automáticas que hoy conocemos en todos los Starbucks a los que vamos. El mismo, en su libro “It`s not about the coffee” cuenta sobre la resistencia que enfrentó en un inicio al proponer “industrializar” la preparación, hasta ese momento, tradicional de café y como tuvo que demostrar que no solo la calidad de la preparación sería la misma pero que además lograría tener a muchos más clientes contentos a la vez.

Aprovechando el sentido de orgullo de quienes ya lograron el cambio.
Nada provee mejores muestras de que sí se puede lograr un cambio que aquellos quienes ya pasaron por dicho proceso de cambio.

Y finalmente, reduciendo el reto del cambio en pequeños pasos que podamos dar con cierto nivel de control y certeza para ir logrando pequeñas pero rápidas victorias que ayudarán a generar mayor inercia de dicho proceso de cambio.

El cambio es difícil al inicio y revoltoso en el medio pero  nos deja mucho mejor al final” dice Robin Sharma. Así que permitirnos diluir el proceso en pequeños pero continuos escalones, puede marcar la diferencia, después de todo, como dicen por ahí: “El más grande de los viajes comienza con el primer paso”.

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