Cierto es que siempre tenemos que estar alertas y abiertos a las nuevas oportunidades que, en cualquier momento, se nos pueden presentar. Mucho más cierto es que más importante que saber aprovechar una buena oportunidad, es saber crear nuevas y mejores oportunidades para los demás.
Esto es, en lo personal, parte de cómo yo veo la vida.
Pero esta forma de ver las cosas tiene un pequeño pero potencialmente grave error de diseño que te puede llevar, sin darte cuenta, de querer generar o aprovechar nuevas oportunidades, a quedar perfectamente mal con todos.
Y es que con frecuencia, la urgencia por aprovechar y “sacarle jugo” a todo lo que se cruza en nuestro camino, el hambre de emprender, la adicción a aventurarse en nuevos proyectos, la incesante búsqueda de popularidad o el simple miedo al rechazo o el no saber decir no, nos pueden hacer caer en una espiral de francamente desaprovechadas y mal definidas “oportunidades”, que nos llevan a todo menos a sacar lo mejor estas.
Quedamos mal otros pues nos comprometemos a cosas que cabalmente no podremos cumplir. Fallamos en las entregas, descuidamos los proyectos en los que ya estábamos trabajando, provocamos roces innecesarios con otras personas y afectamos directamente nuestra salud física, mental y espiritual porque, prácticamente acabamos con nosotros.
En lo personal, creo que he caído en esta espiral más veces de las que quisiera contar.
Y precisamente buscando no caer más en errores como este es que desde hace tiempo, procuro hacerme (aunque a veces aún olvido hacerlo), cinco simples preguntas que me ayudan a definir si, la que se presenta, es o no la oportunidad que debo crear o aprovechar:
1) ¿Soy la mejor persona (o la mejor organización) para realizar las tareas que se requieren? ¿Realmente contamos con la experiencia, herramientas y capacidad para sobre pasar las expectativas?
2) ¿Este nuevo proyecto, responde y está alineado con mis (o de la organización) intereses, principios y valores, o solo quiero hacerlo por popularidad?
3) ¿Podré cumplir cabalmente con este compromiso sin descuidar los que ya vengo trabajando?
4) ¿Será divertido y disfrutaré haciendo este proyecto? ¿Me rodearé de gente talentosa, honesta y sencilla de quienes podré aprender y con quién podré compartir?
5) ¿Este proyecto nutre e inyecta recursos al motor económico de mi empresa, ayudándonos a continuar operando y creciendo con éxito?
Solo cinco preguntas muy fáciles y rápidas de responder, pero que al hacerlo pueden cambiar totalmente los resultados de nuestros entregables y nuestro desempeño.
Porque al algunas “oportunidades” sí se vale decirles NO.
Muy cierto Efraín, creo que lo más recurrente es no saber decir que «no» (por lo menos en mi caso) y esto me ha llevado a quedar mal. Como siempre, muy cierto e importante tu post. Gracias! Un abrazo.
Muchas gracias por pasar por DLC Arturo!
En efecto, es impresionante como, algunas veces, por tratar de quedar bien comprometiéndonos a todo, logramos justo lo contrario… como diría mi papá: «dejamos pasarla hermosa oportunidad de quedarnos callados» 🙂
Abrazo!
E.