«El trabajo de un líder es desarrollar el talento de su equipo y generar nuevos líderes», dicen atinadamente por ahí.
Y sin embargo, desarrollar y promover el talento de quienes forman parte de una organización no es un reto fácil de vencer.
La rutina del trabajo diario, el miedo al rechazo o al ridículo, la apatía, el estrés y una larga lista de factores que influyen en la cotidianeidad de la gente fácilmente obstaculizan esta crucial labor, al grado que incluso, en algunos casos, ni la persona misma conoce o mejor dicho reconoce cuáles son esas grandes fortalezas o dones que puede desarrollar para convertirse en un artista de su trabajo.
Y aún así sigue siendo labor de un verdadero líder, y que quede claro que por líder no solo me refiero a quienes formalmente en la empresa dirigen la operación de la misma sino a todo aquel que puede ser un influenciador positivo dispuesto a sacar lo mejor de los demás, escavar y escavar en las personas con quienes colaboran día a día para descubrir y dejar salir a la luz esos talentos que convierten a cada integrante del equipo en un eslabón muy especial.
- Marca claramente el destino al que quieres llegar, pero también explica con la misma claridad por qué quieres llegar ahí.
- Se exigente y por ningún motivo aceptes como entrega del día el conformismo o la mediocridad.
- Todos los días observa su trabajo, ten claras las cosas por las que les debes de agradecer y verdaderamente festeja lo que han hecho bien.
- Celebra los errores y promueve un espacio y una cultura de riesgos, dándoles el espacio y, en la medida de lo posible, los recursos para decidir y actuar.
- Promueve una cultura de mentores y abre el espacio para que entre ellos mismos puedan ser mentores de unos y aprendices de otros; y juntos desarrollen y potencialicen el talento que en conjunto traen a tu organización.