Una tradición que tengo desde que comencé a escribir este blog es hacer un recuento de lo que viví a lo largo del año, ponerlo todo en una balanza y comprobar que cada año que pasa termina dejando un gran saldo a favor.
Y este año, por enorme fortuna, no fue la excepción.
Sin duda fue un año complicado, de continuar con cambios, riesgos y descubrimientos; acompañado de algunos desencantos y desencuentros; y también afortunados reencuentros. Un año con su buena dosis de retos y muchas lecciones, algunas un tanto amargas y otras más fáciles de digerir. Pero lo mismo fue un año de mucho crecimiento profesional, personal y hasta espiritual.
Por cada momento incómodo hubo muchos más de satisfacción. Por cada enojo, hubo mucha más alegría. Las personas que no tenían que estar no están más ya y en su lugar permanecieron unos y reaparecieron otros (o tal vez nunca se fueron) quienes sí tenían que estar. Para cada dificultad hubo una solución. Y, a pesar de que en algunos momentos parecía que no sería posible, siempre alcanzó y jamás nada faltó.
Mi familia siempre sana y unida. Mi hogar siempre con luz, calor, paz, amor y prosperidad. Y mi trabajo, afortunado, nunca faltó y como nunca antes comprendo hoy que no importa si es por mi cuenta, en un start up, de forma independiente o siendo parte de una organización puedo hoy y siempre trabajar haciendo lo que mejor se y más disfruto hacer, sirviendo un propósito de servicio a los demás.
Sí, definitivamente un año más con saldo a favor, no solo porque todo marcha bien, pues se que retos siempre habrán muchos que vencer. Pero porque además hoy he podido contestar esa pregunta que hace tan solo un año no me podía responder: ¿Qué eres hoy capaz de hacer que hace un año o dos creías no poder?
Hoy se que soy capaz de tomar más riesgos y de confiar en mi capacidad de crear, construir y vivir la vida que quiero vivir. Sabiendo que la vida trae siempre cambios, suaves y bruscos, placenteros y dolorosos que nos llevan siempre a tomar una decisión: detenerte o avanzar. Adaptarte, crecer y evolucionar.
Entendiendo que las oportunidades no solo se aprovechan sino se crean para uno y para los demás. Comprendiendo que los rencores solo son lastres que no te dejan avanzar. Que aprender a desprenderse no solo te da libertad pero trae consigo mucha prosperidad. Que la carencia es lo único que dejan los planes de austeridad. Y que si bien hay que saber administrase y no desperdiciar, jamás hay que perder el pensamiento de abundancia y prosperidad. Que la salud se cuida hoy para no tener que recuperarla mañana. Y que el mejor ejercicio para estar bien con uno mismo es saber dar gracias todos los días de corazón.
Haz el ejercicio, haz un recuento y seguramente verás que también terminas el año con saldo a favor.