¿Cuántas veces hemos usado como excusa de nuestras acciones hoy, lo que en el pasado nos sucedió?
¿Cuántas veces hemos respondido con frases como «así soy yo», «así me enseñaron de pequeño», «así me hicieron después de…»?
¿Cuánto tiempo más justificaremos nuestra falta de avance hacia lo que queremos por lo que anteriormente ocurrió?
Cierto, la educación que nos han dado por siglos se ha enfocado en entender y enseñarnos las lecciones del pasado, del nuestro, de los nuestros, y del mundo en general.
Cierto, entender el pasado y conocer nuestra historia es crucial para entender de dónde venimos.
Pero eso solo explica lo que ya pasó y las cosas por las que ya no podemos hacer nada más, más no explica porque no podamos hacer nuevos esfuerzos, fijar nuevas metas y crear y vivir nuevas aventuras que nos lleven a vivir, desde hoy, la vida que en realidad queremos vivir y construir; y ser, desde hoy, la persona que queremos ser.
Hace algunos años, cuando trabajaba para Google en México, tuve el privilegio de platicar con Vint Cerf, considerado uno de los Padres de Internet, sobre porque, después de todo el trabajo que había hecho y todo lo que ya había aportado al mundo ya, continuaba trabajando tanto como siempre lo había hecho.
Su lección fue tan grande y permanente como sus aportaciones al mundo: «la cosa que aprendí es que, en lugar de decir que no porque crees que puedes fallar, deberías decir que sí porque es la opción más interesante; y he elegido algunas maravillosas y arriesgadas opciones, incluyendo integrarme a Google, lo que para mi es rodearme de gente joven llena de nuevas ideas, quienes a veces dirán – Por qué no hacemos X – y yo les diré – oh… tratamos X hace 25 años y no funcionó – y luego recuerdo que hubo una razón por la que eso no funcionó hace 25 años y esa razón podría ya no ser válida hoy, así que es momento de pensar que tal vez deberíamos hacer X porque es lo correcto ahora…»
Debo confesar que es una lección que aunque por años he tenido cerca y latente en la mente y el corazón, no siempre es fácil ponerla en acción. Con frecuencia se antoja más fácil culpar a la acciones pasadas, propias o de otros, que tomar la incómoda responsabilidad de las riendas de nuestra vida. Pero, por fortuna, cada vez que intento hacer esto, recuerdo que el único responsable de construir y vivir la vida que quiero vivir, soy yo.
Verán, la manera en la que pasamos el tiempo importa y mucho.
Las acciones que realizamos hoy tienen un impacto real y directo en los resultados que tengamos o dejemos de tener mañana.
Y lo que no haya funcionado ayer, no tiene porque no funcionar hoy para construir el mañana que queremos vivir.
Lo que es más, de acuerdo al trabajo de investigación del Dr. Benjamin Hardy, PHD, «No es nuestro pasado lo que determina nuestro futuro, sino nuestro comportamiento actual, lo que determina nuestra interpretación del pasado; y nuestra visión del futuro la que determina nuestras acciones hoy».
Si en verdad sabemos lo que queremos lograr mañana, si tenemos una visión clara de la vida que queremos vivir, podemos definir, con la misma claridad, las acciones que necesitamos realizar hoy par construir y comenzar a vivir esa vida desde ya.
Esas acciones, las que realizamos cada día, marcan la manera en la que invertimos nuestro tiempo; y la forma en la que pasamos el tiempo no solo expresa nuestras intenciones futuras sino la persona que somos hoy.
Por lo tanto, nuestras acciones, y no nuestro pasado, definen nuestra personalidad.
Y si aquello en lo que invertimos nuestro tiempo y energía crece y nuestras acciones no solo crean resultados sino que definen nuestra personalidad, podríamos preguntarnos: «¿Soy hoy la persona que quiero ser? ¿La manera en la que paso mi tiempo, las acciones en las que invierto mi tiempo y energía, reflejan y crean la vida que quiero vivir y construyen a la persona que quiero ser?
De ahí la enorme importancia de nuestras acciones hoy.