Creando héroes.

No nos engañemos. ¿A quién no le gusta ser, de vez en cuando (o siempre) el héroe de la película?
¿Quién no quiere ser la estrella del equipo? Esa persona que todo lo puede resolver y para todo tiene una respuesta.
Después de todo ¿No es eso para lo que nos contratan en un a empresa o un cliente, para resolver sus problemas? ¿No es eso un factor clave para que nos promuevan en nuestro trabajo, porque damos soluciones, vencemos retos y logramos objetivos?
Es eso, incluso, algo que a muchos, desde niños, nos enseñaron a creer: que nuestro valor radica en la capacidad que tenemos de obtener ciertos logros.
Nos dicen: «Es que eres súper inteligente», «Increíble lo hábil que eres para las matemáticas», «La música es lo tuyo», «Pero que bien escribes», «El deporte sin duda es tu gran habilidad», etc. haciéndonos creer que si repetimos este patrón durante toda nuestra vida seguiremos siendo las estrellas que pensamos que somos.

Pero ¿Qué sucede cuando, como líderes, no somos más responsables de ejecutar esas cosas para las que nos sabemos súper capaces, sino responsables de las personas que ahora, en turno son quienes tienen que hacerlas, aún si todavía continuan aprendiendo?

Uno de los errores más comunes cometidos por un líder es que él o ella, «salga al quite», toma acción y resuelva aquello que otros tenían que resolver.
Desempoderando tremendamente justo a las personas a quienes se supone tienen que apoyar para que continúen desarrollando esa habilidad que a él o ella le salen tan bien.
Equivocándose constantemente, pensando que, como cabeza de grupo, es quien debe tener todas las respuestas y todas las soluciones, hasta que un fortuito día como la más tremenda kryptonita amarilla, le llegue la pregunta que le hará pensar que ha perdido su súper poder y con este toda capacidad de ser validado como profesional y peor aún en lo personal.

El héroe ha perdido.

¡Pero el héroe no tiene que perder!

El verdadero héroe sabe que, como líder, su trabajo es impulsar a otros héroes.

Sabe que la verdadera misión de ese líder jamás ha sido tener todas las respuestas ni todas las soluciones. Y que su súper poder más importante no es tener la fuerza de 100 hombres para resolver todo por si solo, sino la capacidad de escuchar, observar y reconocer las habilidades de cada integrante de su equipo; junto con la capacidad de entender que no necesite tener las respuestas para todo sino saber hacer las preguntas correctas para que su equipo de héroes puedan responder, resolver, solucionar y brillar.
Y enseñarles así, con el ejemplo, a esta nueva generación de súper héroes a hacer lo mismo a su vez.

Pero

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